Al sentirme en el borde del colapso y la despedida, sólo encontré en la pérdida absoluta de un ciego ego la tranquilidad y el silencio que sólo la muerte podía otorgarme. Y ante la incierta manera con la que manejo los hilos que componen mi dudosa existencia y mantengo contacto con los que me rodean, me he procurado el apagar las velas que encendieran en mi pensamiento para encender unas nuevas allá donde el aire apenas podía sentirse.
Felizmente me encuentro ante una inconmensurable agonía apática que me lleva a revelarme como un ser etéreo. Curiosa conclusión para algo tan vacío de contenido como lo ha sido este escrito...
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