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"Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa..." William Shakespeare.

martes, 25 de enero de 2011

Odio...En general.

Odio mirarme en un espejo cada mañana y que esa cara demacrada siga donde siempre.
Odio el simple hecho de caminar por la calle. De ver personas. Que me empujen.
Odio que yo sea así. ¿Por qué? Para eso escribo. Para ver donde está el problema que yo veo y que nadie ve. O lo ignoran.
No puedo hacer gala a mi vanidad (inexistente) como hacen el resto de personas a mi alrededor mediante la toma de instantáneas por miedo a verme en ellas.
Si algún día me veo mejor, el solo movimiento de girar mi cabeza y reflejarme en los cristales de los mostradores hace que toda belleza (o intento de ella) desaparezca e intente ocultarme. No quiero que nadie me vea. Que nadie sepa que existo.
Es insoportable sentir todo eso y que nadie te entienda. Algún día tendrá que terminar este acto, bajarse el telón y que los actores vuelvan a sus vidas reales. Pero sin que se repitan más funciones. Sin ser yo la que dirige este condenado espectáculo que es...Mi vida.

lunes, 17 de enero de 2011

Hoy...

Hoy y bueno, casi todos los días desde que recuerdo, siento esa desazón. No sé muy bien a que cosa atribuírsela.
Y para alguien será eso algo que le sirva para sentirse bien y entenderse. Para mi no.
Yo necesito algo más. Algo que vaya más allá de todo. No me conformo con : eso le pasa a todo el mundo. ¿Y? Como si a mi el mundo me importara. ¿Acaso le importo yo a él? No. Nos enseñan a ser egoístas. Pues egoístas seremos.
Y otros mencionan a la iglesia como método para aliviar el dolor. ¿Método? Por supuesto. Siéntese en su banco. Observe los cuadros con representaciones de la Biblia, mientras dormita escuchando a un señor en lo alto del altar lanzando una y otra vez amenazas sobre cómo vivir bien, obedezcamos al señor, a Dios, a quien sea. Pues los humanos no tenemos sino la razón de un prójimo superior para actuar.
Para pensar. ¿Acaso deberíamos decir pensar cuando lo que se hace es repetir lo dicho por otras personas una y otra vez?
Eso del pensar debería estar permitido sólo a aquellas personas que ven la tele. Ellos sí que saben. Mucho. La vida de Pepito y de Pepita entera. Eso es lo que saben.
¿A los que leen? Depende de que libros. Si nos estamos refiriendo a esa literatura que tiene como fin el que las niñas se arranquen los pelos de los nervios...Puede que si. Para que leer La Odisea si podemos leer Crepúsculo y demás.
Hoy es un día de esos en los que me arrepiento de ser humana...Tal vez pudiera haber nacido en otro planeta...Quizás me entenderían. Y me entendería.

miércoles, 5 de enero de 2011

Si...

"¿Por qué no eres feliz?" Le peguntó la señora McGrahm a su hijo. "Tienes todo lo que cualquier joven quisiera tener: alguien que te quiere, un trabajo estable, estás estudiando una carrera. Yo a tu edad no tenía la mitad de lo que tienes tú. Y aún así, yo era feliz con lo que tenía. ¿Por qué no sonríes?".
Terry bajó la mirada. No estaba preparado para hablar tan abiertamente con su madre. Nunca había tenido confianza con ella. De hecho se extrañaba que estuviera ahora tan interesada en él.
"Déjame madre. Necesito estar tranquilo un rato". "Como quieras hijo, pero estoy preocupada po ti.", respondió resignada la madre.
Después de que se fuera cerrando despacio la puerta, Terry se levantó de la cama y puso el pestillo a la puerta. Odiaba esos ataques de madre. Ella siempre pasaba de él. Y él estaba bien.
"Esta mujer siempre entrometiéndose .¿Qué más le dará a ella si soy feliz o no?. Puedo tener alguien que me quiere, trabajo....
Pero, ¿por qué no soy feliz? Nadie me asegura que esto vaya a ser eterno. Como humano que soy, necesito algo en lo que apoyarme. Ella me negó su apoyo cuando era pequeño. Hasta que conocí a Lucy todo era inestable en mi vida. Ella me dio todo lo que necesitaba. Es más, ella era lo más estable que tenía en mi vida. Sin ella, sé que no hubiera hecho ni la mitad de las cosas que hice. Jamás hubiera pensado que alguien sería capaz de darme todo aquello que pensaba inexistente. Con ella descubrí todo...Incluso lo que es sufrir. Pues ella me abandonó. Se marchó a otra ciudad, por lo que tuve que dejar de verla. De estar con ella. Ella. Mi guía. Mi musa. Todo.
Mi mundo se sumergió en un abismo del que pensé que nunca podría salir. Mi bastón, mi apoyo se cayó.
Conocí a otras mujeres. Ninguna comparable con ella. Hubo una con la que pensé que experimentaba lo mismo que con Lucy, pero no. Sólo me quería como diversión.
Hasta que conocí a Dyana. Ella, hija de terratenientes, fue como un rayo de luz en esa oscuridad en la que me sumergió Lucy. De cabellos castaños y ondulados, siempre recogidos con un hermoso recogido. Con esos ojos verdes capaces de iluminar la mañana más triste. Dyana era un soplo de aire fresco en mi emponzoñado aire. Una nueva ilusión creció en mi interior. Una nueva ilusión que poco a poco se fue apagando por el miedo a perderle.
Tengo miedo a perderle pues ella es mejor de lo que fue Lucy. Dyana . Sólo decir su nombre me estremezco. Tan perfecta en todos los sentidos. Dyana. La amo. Pero tengo miedo de abrirme más a ella. A dejarle que entre como entró Lucy. Ya me arrancaron el alma una vez. No quiero que me vuelvan a destrozar.
En cuanto al trabajo, precisamente no es lo mejor que tengo. Es una trabajo en el que me quitan toda mi esencia. Acaban conmigo. El trabajo de secretario no es precisamente el más enriquecedor. Pero es lo que tengo para poder pagarme mis estudios y así irme de este infierno.
Y todo esto, mis intentos de ascensión son gracias a Dyana. Mis superaciones gracias a ella..."
Continuará.