Me siento a observar la presencia de algo que se me aparece eterno mientras espero la llegada de aquello que me fue arrebatado hace mucho y ya, casi me resulta olvidado.
Fijé mi vista en un punto intentando que de él surgieran las lágrimas que derramé en vano por aquellos por los que me dejé sepultar: entre ellos tú, lector.
Pero quizás fue demasiado tarde cuando decidí que en esta ocasión no permanecería tan sólo enterrada: quería también caminar y avanzar.
Y empecé un nuevo camino donde me encontraba tangiblemente con la soledad y el pesimismo que me condecora.
Pero quizás también ansiaba la compañía de otros seres sobre mi pútrido cadáver para sentirme o para creer que sentía aquello que me fue arrebatado: la vida.
Entonces entendí que mi vida no era más que un circo que quedó abandonado con el transcurso de los años y en el que ahora sólo se escuchan risas enlatadas de un pasado que nunca fue mejor.
Simplemente fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario