No nos poseemos materialmente. Creamos lazos ilusorios entre nosotros que tememos perder por el empeño y el trabajo puesto en ello. Y aun siendo esos lazos débiles , pues no son más que ilusiones después de todo, sufrimos desesperadamente cuando con un simple tirar se rompe y se termina. Y sentimos como con ese lazo se va, entre sus hilos, el sustento de nuestro corazón metafísico. E intentamos recrear ese lazo continuamente mediante el recuerdo o la sustitución de éste por el de otro ente que te parece afín al que perdiste. Pero los hilos que se hilvanan pertenecientes a tu lazo saben que los otros no podrán nunca enlazarse con ellos como lo hizo aquél lazo que un día se desprendió de él. De ti.
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