Odio. Odio quizás sea una palabra muy cruel.
Pero sí, es odio lo que siento por dentro. Ira que me carcome como pequeñas hormigas que buscan manjares para guardarse del invierno.
¿Y que gano odiando? ¿Odiándome a mi misma? La más certera soledad. La horrible agonía de despertarme cada día y sentir que será uno más. Uno más de tantos que pasarán sin más. ¿Para que luchar si está todo perdido cuando nacemos?