Y...

Así termina todo, como la función más triste jamás compuesta. Muerto el actor principal. Muerto su público, antes enamorado por la hermosura del acto. Muerto hasta el aire que antes se movía libre y que ahora se encuentra encerrado en ataúdes humanos.

¿Y quién los mato? El Amor. Ese ser que aniquila el alma humana, que destroza los sentidos, obnubilando cada parte de tu mente. Sometiéndola a una tortura que te lleva a morir.

¿Y todos murieron? No. Aquél que no se dejó llevar por la pasión, por el placer, por el cariño,...Aquél que no dejo que su corazón le controlara. Aquél que vive solitario su vida.

(Este texto no está completo, además está sin corregir...)